
Desde entonces, esa tecnología incipiente ha ido evolucionando, hasta transformarse en un electrodoméstico moderno de uso culinario. En la cavidad del horno hay un magnetrón que convierte la energía eléctrica de baja frecuencia en microondas de alta frecuencia y difunde esa energía concentrada a través de ondas que se introducen en los alimentos. La energía produce una trepidación de 2.500 millones de vibraciones por segundo en la comida y ésta se calienta debido a la rotación de sus moléculas de agua.
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